9.06.2008

Cuando era niña y me imaginaba lo que sería mi vida de adulta, pensaba en que me casaría y tendría hijos y algún trabajo.
Creía que se daría naturalmente y que era el orden que debía seguir mi vida. Sin embargo, los años han pasado, soy adulta y veo que nada de eso ha llegado, excepto lo del trabajo.
Ahora que todo el mundo empieza a casarse he reflexionado acerca de eso y no sé en qué momento mis prioridades cambiaron, pero el caso es que fuí haciendo mi vida de tal modo que no caminara en la dirección que imaginaba de niña. No sé si para bien o para mal, pero las veces que alguien ha querido casarse conmigo lo he rechazado. No creo arrepentirme de mis decisiones.
Tampoco creo saber sobre qué estoy parada exactamente. Sólo sé que necesito algo de tiempo para arreglar esta pequeña crisis existencial. Siempre me ocurre algo parecido cuando termino definitivamente una relación sentimental importante: empiezo a cuestionarme si voy por el camino correcto, si será necesaria otra persona en mi vida, si alguna vez deseé tanto estar con alguien que hubiera sido capaz de hacer lo posible por casarme y formar una familia.
Quiero viajar, estudiar más para la consulta privada, estudiar francés. Tal vez esto sea un intento de regresar a la adolescencia, tal vez no sea más que la vulnerabilidad que le sigue a la aceptación de una pérdida.
Prometo no hacer más post lloricones, porque yo no soy una gallina.

Salud!!!