8.02.2011

las buenas acciones forman una cadena

Hoy fuí al supermercado para comprar unas cuantas cositas para hacer un pie de queso. El lugar estaba a reventar; la gente obstaculizaba el paso, las cajas eran un desagradable espectáculo en el que no quría ni pensar, algunos me veían como una rival a muerte frente a las latas (¿acaso viene otro huracán?¿por qué la tienda se veía saqueada?) .

Con el mejor ánimo que me permitía mi doloroso esguince cervical, me enfilé hacia los quesos, que era lo último en mi lista. La fila era larga pero noté que a mi izquierda estaba un paquetito del queso que deseaba en la cantidad necesaria; felizmente estaba por tomarlo cuando en eso se me acercan dos señoras de edad respetable. El diálogo fué algo así:

Seño 1: Oyes mija, traes tu credencial de elector?
Yo: Perdón?
Seño 1: La del IFE, la traes?
Yo: Mmm puede ser, ¿por qué?
Seño 1: esque traigo unos dolaritos que me mandaron pero olvidé mi credencial del IFE y no puedo cambiarlos
Seño 2 (cediéndome tácitamente la responsabilidad de su desventura) : entonces a ver si tu pones tu crede para que podamos cambiarlos. Porque si no podemos imagínate, gastamos en taxi deoquis.
Seño 1 dirigiéndose a mi: Vamos a pagar juntas y entonces a la salida vamos aquí a atención a clientes para cambiar ese dinero
Yo: Ok, sólo que ya tengo lo que me faltaba y entonces voy a ir a pagar, vamos de una vez?
Seño 1: Ay no mija, yo quiero queso panela (o sea, ay no mija, yo uiero hacer horas y horas fila en los quesos y que tu me esperes)
Yo (con mi cuello reclamando urgente la dosis de relajantes) : La fila es muy larga, que le parece...
Seño 2 a Seño 1: Oyes mejor yo acompaño a la muchacha a pagar y ya luego vengo contigo aquí a la fila
Seño 1: ´ta bueno

Entonces íbamos hacia las cajas y en el camino recordé que me habian faltado los huevos en mi lista, y en unos cuantos segundos cientos de pensamientos y sentimientos me inundaron: me sentí presionada porque si quería ir por un paquete tendría que llevar a esta señora detrás mío, una persona que en ningún momento dijo por favor ni gracias, alguien que no reparó en que mi movilidad era limitada y dolorosa, no pensó siquiera en que quizá yo podía tener prisa. "Qué gente tan desconsiderada, por eso estamos como estamos"pensé. Mi cuello me mataba, opté por comprar después los huevos en una tienda por mi casa y mejor hacer fila en las cajas para acabar con el incómodo momento.
Entonces al formarme en la kilométrica fila me sentí triste por estar molesta por algo en apariencia nimio, y con todo mi corazón oré:

Señor mío, déjame ver tu rostro en la gente más odiosa, no dejes que olvide a Jesús aún y en estas cosas pequeñas.


En eso la persona que estaba a punto de ser el siguiente para pagar, volteó por completo hasta verme, fué hasta donde yo estaba y me dijo:

"Oye, ponte adelante de mi"

Yo un poco soprendida por el gesto apenas si digo "Muchas gracias".

"Dios te bendiga" me dijo.



Yo sé que Jehová me dió una caricia, una vez más. Y una lección que guardo.